"Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileños, llorando que no los matasen. Y eran degollados en el acto. El conde D’Eu mandó incendiar el campo de batalla, matando quemados a niños y madres."
Juan José Chiavenatto (historiador brasileño).
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